Recientemente el encargado de Corpoelec y ministro del Poder Popular para la Energía Eléctrica, Luis Alfredo Motta Domínguez, informó que a partir del miércoles 10 de febrero de 2016 se aplicaría
temporalmente por tres meses a los centros comerciales las regulaciones
estipuladas en la Resolución 076 dictada el año 2011, la cual fue reformada por
la Resolución 034 y publicada íntegramente en la Resolución 035 según se
evidencia de la Gaceta Oficial N° 40.236 del 26 de agosto de 2013.
La lectura de dicha resolución evidencia que la principal intención del Ejecutivo nacional con la referida reducción de jornadas y promoción de la autogeneración en los grandes consumidores se circunscribe en la necesidad de reducir el consumo eléctrico en el país, pues tal como lo indica la exposición de motivos de las resoluciones, las medidas se justificaron consecuencia de un consumo exagerado (por ser superior a la media de América Latina) de electricidad.
Credibilidad de la fuente
Ahora bien, a los efectos de nuestro debate, debemos iniciar
comentando que es imposible tener una certidumbre y -siquiera credulidad-, que
tal información sobre que el consumo per
capita de energía en Venezuela es de las mayores de América Latina. Ello
como consecuencia que no se puede medir ni garantizar la veracidad de estas
afirmaciones, consecuencia de la propia opacidad en el manejo de las cifras por
parte del Estado; cifras que van desde la producción de materias primas, tamaño
de nóminas del Estado, pasando por las cifras macroeconómicas y culminando en los
indicadores de salud. Incluso, las cifras a las que se refieren los decretos
que hoy se quieren ‘aplicar’ son de la Venezuela de 2009, es decir a la
Venezuela de hace 7 años.
Sin embargo, si diéramos por sentado la realidad de tal afirmación,
lo sensato con una administración sana del propio Sistema Eléctrico Nacional (SEN) es
que debería estar en capacidad de realizar las inversiones para expandirse y
optimizar sus recursos de manera tal que permita generar y distribuir la
energía que se demanda.
Adicionalmente, el propio SEN es incapaz de generar la energía que requiere por dos razones principales, ambas intrínsecas al sistema económico y político que impera en Venezuela.
Razones de la ineficiencia del Sistema Eléctrico Nacional (SEN)
La primera razón es que efectivamente al tener una energía
subsidiada de manera generalizada y sin parámetro de proporcionalidad, se
generará sin lugar a dudas un consumo irracional en el colectivo nacional, lo
cual podría ser una de las causas que en Venezuela tengamos el mayor consumo per cápita de Latinoamérica -repetimos
según las cifras del año 2009.
La segunda razón es que el subsidio irracional y general al
Sistema Nacional Eléctrico en sí mismo genera la imposibilidad al propio sistema
de cubrir sus costos de generación, lo que indudablemente hace imposible pensar
siquiera en la inversión requerida para mantenimiento y mucho menos la
expansión en la capacidad de generación y distribución.
¿Cómo llegamos a estas situaciones de emergencia?
El problema eléctrico en Venezuela es consecuencia del estado
deplorable en que se encuentra el Sistema Eléctrico Nacional y esto es resultado
no solo de una falta de inversión para mantenimiento y ampliación, sino también
por una ausencia absoluta de planificación que prevea los escenarios provenientes
de los fenómenos climáticos, que tal como ocurrió en el 2009 y ahora en el 2016
afectan como consecuencia la generación de energía.
Consecuencias del mal ahorro energético
Por ello,
la aplicación de medidas como las recientemente anunciadas son estructuralmente
insuficientes para atender la crisis, y más aún las causas que la generan. Los
responsables continúan perpetuando un triste e ineficiente juego de acción y
reacción al plantear las soluciones a los problemas que nos afectan día a día,
generando por el contrario nuevos inconvenientes en la capacidad productiva de
los empleadores que aún se mantienen en el mercado laboral.
En este
sentido, la eminente reducción de los horarios de trabajo deberá mover a los
patronos a negociaciones de jornadas temporales con sus empleados para
garantizar así no solo la sustentabilidad del negocio del cual depende el
sustento de dueños y empleados, sino también la producción de bienes y servicios
tan necesarios por la población.
No
obstante, se debería resaltar que en sí mismo tener el mayor consumo no debería
necesariamente ser malo, ni sinónimo de despilfarro eléctrico; por el contrario
un alto consumo eléctrico per cápita, podría significar un país pujante, con
industrias funcionando, población y economía sanas que funcionan de manera
organizada y para lo cual requieren un consumo superior a lo habitual, cosa que
es evidente no es el caso.
¿Cuáles otras consecuencias surgieron a partir de este ahorro energético en centros comerciales? Haznos saber tu opinión.
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